miércoles, 2 de mayo de 2018

Cuento- Galileo mi gran amigo



   

Galileo mi gran amigo 





Prólogo

   Los amigos son para siempre, el mejor ejemplo son los animales, cualquier mascota sea grande o pequeña siempre es especial para toda la familia en especial a los niños. Crecen amando a sus mascotas, los cuidan y alimentan esto hace que entiendan la responsabilidad que esto conlleva. Se preparan para ser personas con valores morales y así lograr un lindo futuro para todos.

Dedicatoría

   Dedico a todos los que aman a sus mascotas y protegen sus animales, los que de alguna forma se sacrifican para mantenerlos con vida y les dan albergue a los que encuentran en las calles víctimas de abuso por parte de personas que no tienen compasión.













     Era un dia lluvioso, como de costumbre en este país tropical, Puerto Rico, la isla del encanto, rodeada por agua, con diversos climas, hacía frío, el día estaba nublado y lluvioso, Galileo estaba totalmente empapado, corría despavorido por el campo buscando un refugio dónde guarecerse.  Mientras sentía angustia al estar solo buscando a su alrededor para ver si lo seguían, sus cabellos color marrón mezclado con color blanco, su hocico del mismo color, con una cola hermosa, que bailaba al compás de la brisa fuerte que soplaba en ese instante.

    Añoraba su hogar el lugar de donde tuvo que huir por motivos sentimentales, había sido un caballo de carreras de gran linaje, pero un día fatídico en una de las carreras importantes en el hipódromo, el jinete que lo cabalgaba, sin escrúpulos lo forzó a correr más de lo que suponía lastimándolo con el látigo. Uno de los púgiles en la carrera se acercó demasiado y se interpuso en su camino cayendo ambos al pavimento. La persona no sufrió daños mientras; Galileo salió maltrecho, fracturándose una de sus patas traseras, el médico veterinario de inmediato fue a hacerle los exámenes de rigor, pues sabía que él había sufrido mucho.

    El diagnóstico que recibió su dueño fue fatal pues Galileo no podía volver a la pista de carreras su vida de campeonatos había llegado a su fin. Hubo una reunión por parte de todo los involucrados para luego determinar que había que sacrificarlo, en ese momento se encontraba su hijo menor, Michael de 8 años, delgado de tez blanca con ojos grandes azules y su cabello rubio angelical muy aplicado, pero a la vez tímido logro escuchar lo que su padre decía del equino.  Aun cuando sabía que quizás su padre no le daría importancia a su pedido, le suplicó que no lo matara, y se comprometió a hacerse cargo de su alimentación y demás. El padre dudaba de su planteamiento, pero aun así le dijo que lo pensaría, mientras el niño llegaba de la escuela todos los días en la tarde, corría directo al al establo donde se encontraba Galileo y lo cuidaba.  Le agradaba lo que hacía, se sentía útil y al caballo le agradaba el niño, el caballo relinchaba para saludarlo demostrando que estaba feliz de verlo, esto fue así por un tiempo.

   Pasaron los años Galileo ya sus heridas habían sanado y podía correr nuevamente por la pradera libremente, Michael lo montaba a diario para mantenerlo en forma.  Jamás pensó que el final de esta gran amistad llegaría tan pronto. Un día su padre lo llamo para platicar a solas y  le informo que sus finanzas lo tenían preocupado y que no tenía solución al problema monetario ya que los impuestos habían subido mucho, en las alimentos para animales y que ya no contaba con dinero en sus cuentas.  Tendría que vender algunos ejemplares para poder mitigar lamentablemente lo que ocurría. Galileo seria vendido con otros esa fue su decisión. 
     
     Tenía planes de llevarlo a un lugar donde los caballos finos los apareaban para mantener razas puras, el animal tenía sangre noble de un gran linaje entonces serviría para ser semental y mantener su estirpe. Michael ya adolescente no quería admitirlo y se negaba a perder a su amigo de infancia, así que un día lluvioso sin que nadie se diera cuenta, lo llevo a un paraje desconocido por él padre  y le dijo a Galileo que corriera muy lejos para que estuviera libre y no encerrado en un lugar donde lo mantendrían a distancia de todo.

    El caballo entendió de inmediato que debería escapar, pero con mucho dolor pues se alejaría de su amigo aun así estaba dispuesto a volver a buscarlo en cuanto el pudiera para poder revivir su vida juntos en una gran amistad. Su padre al darse cuenta de que había desparecido el equino envió a buscarlo por las fincas adyacentes con el capataz de su finca sin obtener un resultado positivo, al poco tiempo desistieron de buscarlo y lo dieron por muerto.

   Mientras, Michael imaginaba donde podía salir a buscarlo y recordó cuando niño que viajaba por la vereda solitario donde pudo observar una cueva que existía por esa área. Estaba cerca de la carretera él podía haberse escondido allí, entonces después de varias horas buscando por todos lados llego a la cercanía y comenzó a llamarlo por su nombre “¡Galileo- Galileo! … comenzó a silbar de la manera que él, le había enseñado a responder a su llamado, espero varios minutos sin tener respuesta alguna, ya vencido y aturdido comenzó a lamentar el momento que le pidió a su amigo que se marchara de su lado sin pensar en el dolor que esto le causaría.  

    Afligido y cabizbajo el muchacho rubio caminaba dando tumbos cuando de pronto escucho un sonido parecido al que, hacia su caballo, el busco de dónde venían los sonidos y pudo alcanzar a ver su caballo a lo lejos, Galileo que cabalgaba por allí al verlo salió corriendo hasta el, Michael sollozando le gritaba Galileo, amigo ¡qué bueno que estas bien! jamás voy a dejarte, abrazándose a su cuello y el caballo a su vez se movía con gentileza y alegría. Llevó el caballo a su casa y le confesó a su padre lo que había hecho, por amor a su mascota, entonces el padre por amor a su hijo desistió de su venta y fueron felices hasta la vejez y amigos para siempre.

Fin

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